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miércoles, 11 de noviembre de 2015

LIBERTAD, AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA

¿Has escuchado la frase "mi libertad llega hasta donde empieza la  de otra persona"? Es una expresión muy común, usada sobre todo como un intento de limitar nuestra conducta. Pero ¿qué es la libertad? Según Jean Paul Sartre, todas las personas estamos condenadas a la libertad, no podemos escapar de ella: la capacidad de decisión que ejercemos todos los días nos condena a esta libertad sin fin. Todos los días, en todo momento, tomamos decisiones ¿no lo habías considerado así? Cada vez que determinas efectuar algo o no efectuarlo, es una decisión. Incluso si estas pensando "dejaré que alguien decida por mí", ¡también es una decisión!, estas decidiendo no decidir. ¿Te das cuenta?, no podemos escapar a la libertad.
Este ejercicio de la libertad que llevamos acabo diariamente nos pone ante otro hecho inevitable. la responsabilidad; y este concepto no tiene la connotación que se le ha dado popularmente de obligación o deber. La responsabilidad es nuestra suficiencia de responder ante las decisiones que tomamos y como siempre estamos diciendo sin poder escapar de ello, tampoco podemos escapar de la responsabilidad. Todas las veces somos responsables de nuestras acciones. Podremos pretender no enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones, sin embargo, reclamarán nuestra respuesta tarde o temprano, porque a nadie le es posible responder por nosotros ante el ejercicio propio de nuestra libertad.
La responsabilidad se integra en la estructura de la personalidad de los individuos desde niños, si en esta etapa del desarrollo se les enseña a asumir las consecuencias de sus conductas, no como un castigo, sino como esa capacidad de respuesta ante lo que sucede.





La heteronomía es un concepto planteado por Immanuel Kant quien lo describe como: "... aquella cuya norma guía procede de una instancia diferente a la del propio individuo libre: padres, profesores, amigos, ideologías políticas, credos religiosos, o lo que es lo mismo, cuando la norma obedece no al deber en sí mismo sino a fines u objetivos que satisfagan (o nos esclavicen diría Kant) nuestras inclinaciones y deseos". Es como sólo repetir conceptos, conductas y actitudes ante diversos fenómenos que suceden en las interacciones sociales, sin estar convencidos desde el propio discernimiento que son adecuados o acordes con la propia personalidad. Una creencia que no se ha analizado, ni hecho propia se llama introyecto. Compartir valores morales es conveniente dentro de una sociedad, si todos estamos de acuerdo en aquello que permite una convivencia agradable, amable y respetuosa entonces será posible vivir en comunidad siendo apoyo unos de otros. Los problemas ocurren si alguna persona no se siente a gusto con estos principios o creencias morales, si éstos les causan conflictos debido a su propia personalidad. En la época de la adolescencia, sobre todo los cuestionamientos acerca de las reglas o de la figura de autoridad comienzan a ser constantes y comunes, este fenómeno de orden psicológico es necesario para poder adueñarse de los códigos de convivencia social, cuestionarlos no es igual en todas las ocasiones a desecharlos, sino que puede hacerse mucho más auténtico el actuar en la sociedad y esto será más productivo para el individuo y para su entorno.







La autonomía, en cambio se refiere a crear los propios lineamientos, bajo los cuales una persona actuará, y éstos tienen origen en las necesidades propias, sin preocuparse por los deseos de otros, más no debe interpretarse como un "permiso" para ignorar la integridad física y moral de los demás o como si solo importaran los propios caprichos. La antonimia se refiere a la independencia que el sujeto puede llegar a alcanzar, siendo el resultado de un proceso de maduración, lo cual es necesario para su buen desarrollo integral. El cuestionamiento de las creencias y normas sociales llevan a la persona a adueñarse de aquello que le es inútil para sí misma y que sabe también que lo es para su entorno. 
La libertad implica responsabilidad, debemos responder por nuestras acciones y omisiones. Y es en la libertad desde donde optamos por seguir las reglas sin objetarlas o cuestionarlas para incorporarlas a nuestro sistema de valores. No hay más todo el tiempo estamos decidiendo, aún cuando decidimos no decidir




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